Desayunando en la cafetería de mi universidad,
me topé con una escena que me hizo reflexionar...
Un chico estaba entre si comprar una botella de
agua o unas galletas oreo, en la encrucijada; terminó comprando las galletas. ¿Porqué? Estamos en una ciudad donde hacia un calor brutal, por ende el agua
seria la mejor inversión, no tan solo saciaría su sed sino que lo mantendría
hidratado, mientras que las galletitas solo satisfarían su antojo del momento. ¿Galletas o agua? ¿Antojo o necesidad?
En nuestra vida no tenemos espacio para ambas.
No podemos querer adquirir cosas que nos perjudican solo porque nos
"sacian al momento" y querer también las esenciales (las que
nos hacen crecer). Santiago nos retó con la siguiente pregunta ¿Puede acaso
brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? De ninguna manera... ¿Quién
es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su conducta. Escoger
está en nuestro poder y voluntad. Debemos optar siempre por las cosas que nos
hacen bien. No podemos permitir que las circunstancias del momento nos
distraigan tanto que complazcamos nuestra carne con cosas que sólo son
pasajeras. Debemos enfocarnos y tener discernimiento, el hecho de que algo se
vea brillante, de lindo empaque o llamativo no necesariamente es beneficioso o
proviene de Dios, el enemigo le gusta confundirnos vistiéndose de luz!
Tengamos en cuenta que todo lo que proviene de
Dios es bueno, agradable y perfecto y SIEMPRE nos hará bien!! Así que la
próxima vez que estés en la encrucijada de escoger una puerta que se te
abra en el camino, pídele dirección a Dios, ¡¡su Espíritu nos guiará a toda verdad!!
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