Naranjas en el Océano…
En un viaje por el océano, una
señora se puso tan enferma por el mareo que el médico le dijo que solamente el
comer muchas naranjas podría restablecerla. La señora, en su debilidad dijo: “Doctor no se
apure, mi padre celestial me las enviará. Yo voy a pedírselo ahora”. Pero,
querida señora –contestó él- “no olvidéis que nos encontramos en medio del
océano”. “No importa amigo mío”- replicó
ella. Unas horas más tarde, el mismo doctor entraba corriendo hasta la enferma,
para poner a los pies de su cama un cesto colmado de naranjas. Como pudo, nervioso y maravillado,
explicó su procedencia. “Señora,
un buque averiado… había un cargamento de
naranjas en el buque”... No doctor- gritó ella- ¡Un milagro de mi Padre
celestial!
Lo interesante de esta
historia, no es que Dios haya provisto a la oración de la enferma. Dios premió
la fe de esta mujer. Véase, que en ninguna parte de la historia, la dama duda
acerca de la fidelidad de Dios, al contrario, ella exclama Dios me va a resolver,
deja notificarle mi necesidad. No importando donde se encontraba, ella sabía
que Dios de alguna manera iba a proveer. ¿Cuántas veces nos encontramos en
medio del océano, donde parece no haber salida alguna a nuestra necesidad?...
aquí estriba donde está cimentada nuestra fe. ¿Nos dejamos influenciar por la
necesidad y recurrimos al desespero, o le damos una llamada a aquel que todo lo
puede?
La palabra dice: “... mi Dios
pues, suplirá todo lo que nos falta”… en ningún momento dice; “suplirá nuestros
caprichos, suplirá nuestros gustos, nos dará mucho dinero, nos dará grandes
riquezas… NO” El suplirá lo que necesitemos, lo que nos haga falta… no es lo
mismo un gusto a una necesidad, un antojo a una privación de algo esencial. En
eso estriba la voluntad de Dios. El sabe que tenemos necesidad, desde mucho
antes de nosotros decirle, pero como Padre, ten la confianza de abrirle tu
corazón y dejarle saber lo que necesitas. El sabe lo que nos conviene, y sabe
el momento en el que lo necesitamos. Nuestra fidelidad hablará de la grandeza
de Dios… nuestra fe será el testimonio vivo de que Dios es real en la vida de
otros.
Probablemente, el doctor se
burló de ella… cómo diantre Dios haría que aparecieran de la nada naranjas.
¿Acaso bajarían del cielo? Podría ser; Dios puede hacerlo. Pero su provisión va
más allá de lo que nuestros ojos necesitan ver. Muchas veces no necesitamos
milagros portentosos con mucho relámpago y luz, simplemente ver su cuidado es
suficiente. Cuenta las veces en que no teniendo nada, aparece un familiar,
amigo o vecino, o simplemente alguna persona supliendo tu necesidad. ¿Verdad
que lo has vivido? Mi Dios es un Dios personal… y te suple las necesidades a
nivel personal…. Nuestro milagro será la evidencia de lo real que es él en
nuestras vidas… y que para los que lo buscan, NUNCA tendrán falta de ningún
bien…
Ahora, te encuentras en el
océano, necesitas naranjas, no hay manera alguna de conseguirlas…. Cuál sería
tu reacción? ¿Prefieres morir o llamas a tu Padre a consultarle lo que
necesitas? Tú eliges. Nuestra confianza está en
Él y no en los hombres; aunque Dios usa personas, o empresas, o empleadores
para bendecir nuestras vidas, no debemos olvidar que la fuente de provisión
está en Dios, y que en la bodega celestial está reservado todo lo que nos falte
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